Tableau enfoca esta cuestión desde un punto de vista muy diferente al de, por ejemplo, Power BI: En este último, el usuario escoge el tipo de objeto visual que desea (gráfico de columnas, mapa, gráfico circular...) mostrándose inicialmente vacío, y lo personaliza con los campos necesarios. Y hasta que no termina esta personalización, el objeto visual se muestra vacío o mostrando un estado temporal (por ejemplo, un gráfico circular relleno con un único color).
En Tableau, por el contrario, siempre se está mostrando un gráfico en el lienzo ("siempre" aquí significa "desde que llevamos un primer campo a los estantes de filas o de columnas"). Y, a medida que vamos llevando otros campos a los estantes, el tipo de gráfico va cambiando según un criterio de "buenas prácticas" (salvo que fijemos un tipo de gráfico en la herramienta Mostrarme). Esto facilita hasta cierto punto la exploración de los datos, pues siempre vamos a tener "algo" en el lienzo -aunque la forma de ese "algo" va depender de Tableau-. Según ese criterio de buenas prácticas implementado, la forma de la gráfica va a ser siempre aquella que optimice el proceso de transmisión de información.
Sin embargo, este enfoque tiene un lado menos positivo: y es que uno no siempre sabe qué va a mostrar Tableau cuando añadamos un campo a un estante. Y a veces queremos un tipo concreto de gráfica. Por ejemplo, estamos pensando en las ventas por país y tenemos en mente un gráfico circular que nos permita comparar en qué proporción contribuye cada país al total.
Una vez que hemos visto cómo afecta el uso de un tipo de campo u otro, en esta sección veremos cómo crear gráficas concretas.