Escribir un libro es un deseo que, consciente o inconscientemente, tenemos muchos de nosotros. Al fin y al cabo, es una prueba de que tenemos un cierto conocimiento sobre un tema que nos permite adoptar ese rol de “maestro”. Yo -que llevo unos 25 años dedicándome en mayor o menor medida a la enseñanza- siempre tuve en mente la idea de escribir uno, aunque nunca dejó de ser nada más que una idea, pues me venían a la cabeza demasiadas dudas: ¿habrá alguna editorial interesada? ¿Cuánto tiempo me llevaría? ¿Se cobra una comisión por libro vendido?
Todas estas dudas quedaron zanjadas de golpe cuando en octubre de 2016 recibí la llamada del director comercial de la editorial RA-MA, Julio Santoro. Me explicó que había visto los cursos que yo tenía en cierta plataforma de eLearning y quería proponerme llevar uno de ellos a formato papel. Quedamos para vernos en las oficinas de la editorial, así lo hicimos, me comentó las condiciones y firmamos el contrato.
RA-MA había sido una de las editoriales que había acompañado mis estudios universitarios (todavía tengo muchos de aquellos libros en mis estanterías), y mi imagen de esta editorial era la mejor que podía tener, así que, para mí, aquello era de las mejores cosas que podían ocurrirme: Iba a escribir un libro que iba a ser publicado por RA-MA.
Como la base del libro ya existía (pues la había escrito para crear el curso original en aquella plataforma de eLearning), esperaba que la tarea no fuese especialmente exigente. Sin embargo, entre completar el texto, corrección de errores, diseño de gráficos e infinidad de lecturas buscando dónde hacer retoques, estuve escribiendo el libro unas 4 semanas: prácticamente un mes a tiempo completo. El libro se publicó a finales de diciembre de aquel 2016. Reconozco que, a lo largo de los siguientes meses, siempre que podía me colaba en las librerías por las que pasaba para ver si tenían o no mi libro. Prurito profesional…
Según el contrato los pagos de las comisiones se realizarían de marzo a junio. Llegó ese período de 2017 y nadie de la editorial contactó conmigo. Llamé a lo largo de aquellos meses un par de veces al director comercial y en ambas ocasiones coincidió "que estaba en Barcelona” y que, por algún motivo que desconozco, “no podía devolver llamadas”. Tampoco respondió a los dos emails que le envié.
Intenté autoconvencerme de que el problema era que:
1) o bien no habían transcurrido suficientes meses como para justificar el pago de las regalías asociadas, o
2) ni Internet ni el servicio telefónico habían llegado a Barcelona, opción que no terminaba de resultarme convincente
No podía ser otra cosa.
Sin embargo, al año siguiente, 2018, tampoco tuve ningún contacto de la editorial. A finales de esa primavera contacté con el que entonces era director ejecutivo de RA-MA y le expuse el problema. Y, tras innumerables idas y venidas, en febrero de 2019 quedó resuelto el misterio: se había producido un simple “problema de configuración en el sistema” (que parece ser que incluía la imposibilidad de devolver una llamada o un email desde Barcelona). Se habían vendido -en dos años- 341 libros lo que suponía unas regalías de 442€. No te voy a engañar: esperaba un mejor resultado.
Sorprendentemente, en 2020 volvió a reproducirse el mismo error de configuración en el sistema (o alguno semejante) pues, una vez más, no contactaron conmigo. Ya no digo para pagarme las comisiones correspondientes, sino al menos para informarme de si se había vendido o no algún libro a lo largo del último año (escenario que hubiese encajado deportivamente).
En 2021, más de cuatro años y medio después del comienzo de esta especie de pesadilla -y un año más sin información de la editorial-, he intentado contactar nuevamente por email -sin éxito- con el director comercial, Sr. Santoro, y con la propia editorial, también sin respuesta.
Todo esto me hace reflexionar… Por un lado, en la falta de visión de ciertas empresas -o, mejor, de ciertos responsables de empresas-. Con independencia de que un libro tenga más o menos éxito, si se trata correctamente al autor y se crea una relación sana y transparente entre las dos partes, es posible que éste tenga interés en escribir nuevos libros. Como dije al principio, escribir un libro es -al menos según yo lo veo- una forma de comunicar al mundo el hecho de que tienes ciertos conocimientos sobre algo, y el objetivo no tiene por qué ser siempre obtener un rédito. Por el contrario, esta experiencia me hace pensar que el plan era llamar a, no sé, 1000 potenciales autores con la esperanza de convencer a 200 y hacer caja rápidamente.
Por otro lado, me resulta curioso el trozo del pastel que va destinado al autor de la obra. El contrato contemplaba el pago del 10% del precio del libro en ventas en España y del 5% en ventas en el extranjero. La verdad es que no me sorprende mucho que el sector esté de capa caída.
Por último, me parece bastante decepcionante el grado de “profesionalidad” que hay en ciertas empresas. Aun diría más: de no ser porque me está ocurriendo a mí, me parecería injustificable que esto fuese cierto ¿Cómo puede una editorial que ha firmado un contrato con un autor no informar a éste debidamente de las regalías que le corresponden? ¿Cómo es posible incumplir un contrato consciente y reiteradamente y poder dormir tranquilo? Yo no podría.
Así que ¿qué beneficios tiene escribir un libro técnico? Evidentemente no el económico. 442€ por un mes de trabajo no me parece una remuneración suficientemente atractiva (vale, estoy siendo irónico) ¿Aumento de visibilidad? Por supuesto. Siempre supone un cierto orgullo poder decir que has publicado un libro ¿Satisfacción personal? Diría que sí salvo por el hecho de que, en pocas palabras, me siento engañado.
Y la gran pregunta: ¿volvería a escribir otro libro? Sin duda alguna: no. Hasta ahora no me ha supuesto más que dolores de cabeza, y creo que no vale la pena volver a pasar por esto. Alguien podría pensar que he tenido mala suerte, que hay empresas mejor organizadas que RA-MA y mejores profesionales que aquellos con los que he tenido la mala suerte de topar. Puede ser. Pero mi consejo sigue siendo el mismo: si quieres ganar dinero, visibilidad u obtener satisfacción de tus creaciones, plantéate otras opciones. Hoy en día hay muchas formas de monetizar tus conocimientos y ganar esa visibilidad: formación presencial, publicación de cursos gratuitos o de pago en plataformas de eLearning, publicación en abierto del material en tu sitio web o blog, publicación de vídeos en plataformas como YouTube… Afortunadamente la tecnología nos ofrece un increíble abanico de posibilidades.
Porque, con toda sinceridad, no vale la pena dormir mal por 400 euros…