En cualquier caso, no podemos olvidar el impacto que estas tecnologías están teniendo en el mercado laboral. Solo por poner un ejemplo, según el informe "El futuro de los empleos 2020" del Foro Económico Mundial, la Inteligencia Artificial reemplazará 85 millones de empleos en todo el mundo para 2025. Sin duda, el desarrollo de cualquier tecnología supone también la generación de nuevos puestos de trabajo, pero nunca había sido necesario adaptarse a estos cambios con la velocidad con la que ocurren hoy día, lo que supone un claro reto para gran parte de la población que se ha acomodado en su puesto de trabajo, ha perdido el hábito de reciclarse o simplemente no se ha formado adecuadamente en sus primeras etapas educativas.
Por ejemplo, se ha mencionado las grandes ventajas que suponen los coches autónomos, pero hay que entender que esto supondrá que millones de conductores profesionales en el mundo dejarán de ser útiles y, antes o después, perderán sus puestos de trabajo. Y cierto porcentaje de estos profesionales puede no estar preparado para encontrar una alternativa laboral.
Otro magnífico ejemplo es el de los modelos lingüísticos que han sido desarrollados a lo largo de estos últimos años, modelos que nos permiten obtener respuestas sin necesidad de dedicar largos períodos de tiempo a navegar por páginas web, o a convertir texto en increíbles imágenes, o incluso en vídeo, a realizar traducciones simultáneas, o a generar audio a partir de textos… Toda esta fantástica tecnología va a suponer que, en mayor o menor medida, haya empresas que prefieran la contratación de uno de estos servicios antes que pagar los costes de un profesional, lo que, nuevamente, llevará a que un cierto porcentaje de estos trabajadores pierdan su empleo o vean limitados los proyectos en los que participan, lo que probablemente los lleve a bajar sus precios para poder competir con dichos modelos, llevando al empobrecimiento generalizado de los profesionales de dichas industrias.