Cuando queremos plasmar en nuestro informe métricas simples como la suma de un campo o el valor medio de otro, basta con pinchar el campo en cuestión en el panel de campos, arrastrarlo hasta el campo de configuración correspondiente del objeto visual y configurar la función de agregación que queramos. La máquina DAX habrá creado una expresión con un aspecto semejante a la que hemos visto:
o, por poner otro ejemplo
(que calcula el valor medio de las edades de nuestros clientes) que, aunque nosotros no lo sepamos, sea la que determine el cálculo a realizar.
Esa expresión está escrita en DAX y, en estos ejemplos, el lenguaje DAX se está usando para crear lo que se llama una medida, es decir, una expresión (una fórmula) que se va a calcular allí donde se vea involucrada cada vez que sea necesario.
La cuestión es que no siempre una métrica simple como las anteriores va a darle al usuario de negocio las respuestas que necesita. Frecuentemente será necesario el “modelado” de métricas complejas, del tipo “calcula el incremento de ventas de los últimos cuatro días con respecto al período de cuatro días previo”, métrica que no puede obtenerse pinchando y arrastrando un campo a un objeto visual y escogiendo una función de agregación.
Y es en estos casos cuando podremos vernos en la necesidad de asumir la responsabilidad de escribir esa expresión DAX nosotros mismos, en lugar de delegar en Power BI para hacerlo. Y debemos saber que, en escenarios simples, DAX es simple. Pero, en escenarios complejos, DAX puede resultar muy complejo, siendo necesario entender muy bien las reglas básicas sobre las que se fundamenta a la hora de realizar los cálculos.