Sin embargo, hasta finales del siglo XIX se interpretaba el cerebro como un tejido continuo formado por una única red de células nerviosas. En 1888 Santiago Ramón y Cajal publicó un artículo en el que explicaba que las células nerviosas no eran continuas en el cerebro de los pájaros, lo que llevó a la llamada doctrina de la neurona, basada en la hipótesis de que la neurona era efectivamente la unidad funcional del cerebro.
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)
Ramón y Cajal compartiría en 1906 el premio Nobel de medicina con Camillo Golgi "en reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso". Curiosamente Camillo Golgi defendía la llamada doctrina reticular opuesta a la desarrollada por Ramón y Cajal.
El descubrimiento de Ramón y Cajal abrió la puerta a nuevas investigaciones y al desarrollo de modelos lógico-matemáticos que simulasen el comportamiento de las neuronas biológicas, siendo el más destacable el denominado Modelo de McCulloch-Pitts.