Aun cuando mi actividad como formador comenzó a principios de los años 90, cuando nos referimos al mundo de la Ciencia de los Datos (algoritmos de Inteligencia Artificial, Business Intelligence...) esta experiencia queda reducida a 4 o 5 años -en algunas áreas concretas es menor-, siendo ésta más intensa desde finales de 2018. En este período he tenido ocasión de conocer a muchas decenas -centenas, probablemente- de profesionales y estudiantes de máster y, en ocasiones, me han preguntado mi opinión al respecto de cómo obtener el máximo provecho profesional de sus estudios.
En mi opinión hay tres factores que condicionan este aprovechamiento: el conocimiento, la actividad y la visibilidad.
- El conocimiento es sencillo de explicar: cuando uno comienza unos estudios -del tipo que sean- resulta crítico obtener el correspondiente conocimiento del tema en cuestión. Si no obtienes dicho conocimiento, podrás engañar a tu empleador o colegas uno o dos días, pero antes o después quedará claro que la tarea que se te ha encomendado te viene grande.
- La actividad es lo que hacemos con el conocimiento adquirido. Y aquí tenemos dos opciones: sentarnos a enviar nuestro CV hasta convencer a alguien de lo buenos que somos, o adoptar un enfoque más proactivo y poner en práctica nuestros recién adquiridos conocimientos en diferentes proyectos aun cuando no sea más que para ganar experiencia y no sea una actividad remunerada. Dentro del campo de la Ciencia de los Datos algunas ideas en este sentido pueden ser competir en Kaggle, desarrollar informes con las herramientas de BI más populares, aplicar algoritmos de Machine Learning a datasets públicos sobre temas de actualidad, desarrollar proyectos de Internet de las Cosas con una placa Arduino o semejante...
- Por último, la visibilidad es la capacidad de hacer llegar a terceros información sobre nuestros conocimientos y nuestra actividad: abrir un canal en YouTube en el que explicar cómo hemos desarrollado diferentes proyectos, crear una página web con el mismo objetivo, ofrecernos para dar conferencias, compartir nuestras opiniones y proyectos en LinkedIn, escribir un libro o artículos en sitios web especializados... son todas ideas que nos ayudan a ganar visibilidad. Pero entendamos que -desde mi punto de vista- debemos ganar esa visibilidad con mensajes de calidad. Reenviar compulsivamente todo lo que nos llega por LinkedIn al respecto de un tema a todos nuestros contactos solo demuestra que sabemos hacer clic con el ratón, no que seamos expertos en ese tema. Y crear periódicamente mensajes en los que mencionemos, por ejemplo, las características que debe tener un líder no nos va a convertir en uno de ellos. Nuestros mensajes -sea cual sea la interfaz que utilicemos para hacerlos llegar a nuestros destinatarios- deben ser propios, creativos, informativos y útiles.
En ocasiones se habla de la necesidad de tener contactos a la hora de explotar adecuadamente nuestra carrera profesional. Si bien es cierto que los contactos resultan sumamente útiles, para mí no son más que una pequeña parte de esa "visibilidad" que he comentado. Un ejemplo: supongamos que soy una persona con dotes artísticas pero no he conseguido conocimientos suficientes en dicha área, no las pongo en práctica y mi única visibilidad se reduce a un buen número de contactos. Probablemente no consiga convencer a ninguno de ellos de la utilidad de mi contratación. Por el contrario, supongamos que realizo cursos de pintura, los aprovecho, adquiero conocimientos, los pongo en práctica pintando cuadros y abro una galería de arte que, gracias a la calidad de mi trabajo, atrae a decenas de personas todos los días. Con contactos previos o sin ellos, estoy exponiendo mi trabajo a gran número de personas a través de las cuales pueden surgir oportunidades profesionales. Si, en este escenario, tengo contactos ya establecidos, mejor que mejor, sin duda. También podríamos argumentar que un contacto puede facilitar un "enchufe" que se plasme en un puesto profesional aun sin que lo merezcamos. Es cierto, estas cosas ocurren a todos los niveles.
Otro factor es la existencia o no de esas dotes artísticas que he mencionado: si quiero dedicarme al mundo de la Ciencia de los Datos y tengo una innata mentalidad analítica, esto sin duda irá a facilitar mi carrera en esta área. Si no, me resultará un poco más difícil.
Y, por supuesto, hay otras muchas habilidades que pueden influir en mayor o menor medida (las llamadas habilidades blandas): la capacidad de trabajo en equipo, la flexibilidad, la capacidad de comunicación, etc.
El hecho es que frecuentemente me encuentro con estudiantes que delegan toda su suerte profesional en ese papel (digital a día de hoy) al que llamamos curriculum vitae. Recuerdo una conversación con un estudiante de máster tras más de un mes asistiendo a mis clases. La conversación fue más o menos la siguiente:
- [yo] ¿Y qué tal llevas mi materia, ahora que estamos a punto de terminar el módulo?
- Bueno, todavía no me he puesto con ella. Pero me pondré este fin de semana y haré la prueba de evaluación el domingo.
- Vaya, pensaba que me habías dicho un mes atrás -cuando comenzamos el módulo- que estabas en el paro y te estabas dedicando a tiempo completo a los estudios
- Sí, bueno, pero lo que realmente me importa es obtener el título para poder añadirlo a mi CV
Desafortunadamente este enfoque es más frecuente de lo que podríamos esperar. Y creo que es un gran error: estamos desperdiciando la posibilidad de convencer a profesores, al equipo de la escuela de negocios o universidad de que se trate, y a otros estudiantes de lo buenos que somos en esta área, y tal vez alguno de ellos sea -o vaya a ser en el futuro- responsable de contratación, o tal vez les pidan referencias antes o después. Por el contrario, estamos confiando nuestra suerte profesional a un papel en el que hemos añadido una línea que dice algo como "Máster en blablabla", papel que no difiere en exceso del que tienen otros miles o decenas de miles de profesionales como nosotros.
Otra versión de este problema de enfoque se da cuando iniciamos un programa de estudios sabiendo que no vamos a disponer de los recursos necesarios (tiempo o ganas), y aspiramos apenas a ese título que llevar al CV con independencia del aprovechamiento real que obtengamos.
En definitiva, en cualquiera de estos casos estamos reduciendo nuestra capacidad, conocimientos y actitud a un puñado de palabras escritas en un papel.
Cuando me gradué en la EOI tras realizar el Máster en Business Intelligence y Big Data, en la sesión de cierre del programa escuché a uno de los responsables de la escuela comentar en su intervención que, en realidad, todo aquello que habíamos aprendido se podía encontrar en Internet (en YouTube, en la documentación de los desarrolladores de software, en páginas web especializadas...), y que lo único que diferenciaba la formación que habíamos recibido en la EOI de la que podríamos haber obtenido aprendiendo directamente de fuentes abiertas en Internet era que nuestros instructores eran todos profesionales en activo, con gran experiencia y capacidad pedagógica, y que esto les permitía orientar nuestro estudio haciéndolo mucho más eficiente.
Y es cierto. No sé en otras áreas, pero en la Ciencia de los Datos uno puede formarse sin necesidad de asistir a una institución educativa. Mucho mejor si lo haces, sin duda alguna, pero deberíamos tener claro que -en mi opinión- sean cuales sean las fuentes de las que nos nutramos, la primera prioridad debe ser -siempre- formarnos. Y que eso normalmente depende de nosotros. Y que una vez formados, también depende normalmente de nosotros el crear o no oportunidades profesionales.
Y que, en todo esto, el título que hemos llevado a nuestro CV solo indica que nos hemos dado la oportunidad de aprender, no si la hemos aprovechado o no.